
Imagínate que estás en tu trabajo y tienes una diferencia con un colega. Llevan varios meses discutiendo y al final sale que tú tenías razón y que la necedad de tu colega le va a costar millones de dólares a tu empresa y tu jefe te culpa a ti, por no haber podido controlar a tu colega.
¿Agarrarías al colega a golpes, gritos e insultos? ¿Le dirías todo lo que piensas de él con todas las ¡#%/&*** que te sabes?
¿No?
¿Por qué no?
Aunque se la buscó, no lo harías porque no es respetuoso. Pero, por un momento, aprovechando que esto es pura fantasía, imagina que das rienda suelta a tus impulsos –al cabo que se lo merece- y le pones una buena tunda, y al jefe también por bobalicón. Con ambos tumbados en el piso con el ojo morado, me podrías decir, ¿sirvió para resolver los problemas? ¿Podrían llegar a un acuerdo o plan a futuro después?
No.
¿Entonces qué nos hace pensar que con los niños si?
Una nalgada a tiempo…
Dicen que más vale.
Pero la neurociencia comprueba lo contrario.
Las nalgadas, castigos, gritos, insultos, el tiempo fuera, amenazas y demás tretas, claro que sirven. Sirven de maravilla –momentáneamente. Sin embargo, muchos estudios científicos demuestran que, tanto en el interior del niño (neuronal y emocional) como en el exterior (comportamientos a largo plazo) no es lo mejor.
Hay varias razones:
1) No es respetuoso.
Los niños, aunque pequeños son personitas completas. La única forma que aprendan ellos a respetar a los demás, es a través de nuestro respeto hacia y para con ellos. Y esto incluye a la hora de disciplinar.
2) A la larga, estas tretas dejan de funcionar y tenemos que ir subiendo de nivel.
Cuando son pequeños, apenas y elevamos el tono de voz y obtenemos lo que queremos. Después, cuando no hacen caso, elevamos otro poco más… y más… y más… Una vez me contaron de una mamá que ¡electrocutaba a su hijo! –y ni eso le funcionaba. Si no funciona una vez, ¿qué nos hace pensar que dos o seis veces más fuerte sí va a funcionar?
3) Lastimamos el apego.
Lo más importante de nuestro trabajo como padres es: la relación que tenemos con nuestros hijos. El apego. Nuestro objetivo de cada día es nutrir y crear un Apego Seguro. Al golpear, amenazar, insultar, etc., genera inseguridad y lastima el apego. Ellos, aunque nos necesitan, ya no se quieren acercar a nosotros. La confianza se pierde.
4) Crisis interna.
Los niños, al ser violentados entran en una crisis interna, pues la persona que más los debería proteger es la que más los lastima. Se quieren acercar a su mamá o papá porque los necesitan, pero no lo hacen porque le tienen miedo.
5) Se activa el Sistema Límbico (Amygdala) y el niño ya no entiende nada.
La amygdala es la parte del cerebro que activa el reflejo automático de sobrevivencia. Cuando nosotros violentamos a los niños, su mente lo interpreta como, “mi vida corre peligro” y aplican alguna de las 4 F’s por sus siglas en inglés. En español es Huir, Atacar, Congelamiento y Desmayo. Esto significa que si yo violento a mi niño él puede:
Huir y cerrar la puerta de su cuarto en mis narices.
Atacar y contestar de regreso, o morder, empujar, patear, gritar (lo que se le ocurra en ese momento)
Congelar, se queda ahí sentado fingiendo que escucha todo mi chorototote, pero en realidad se fue a su mundo feliz y lo único que escucha es “Blah, blah, blah, blah…”
O se desmaya, es raro, pero sucede. También puede pasar que se duermen. Aquí es cuando el sistema nervioso central dice, “¡Bye!” y se apaga.
La siguiente consecuencia de cuando los niños entran en amygdala es que no entienden ninguna de las razones ni explicaciones que les damos. Obedecen para que no los sigamos violentando, pero no porque comprendan. Esto es a nivel cerebral, no pueden entender nada, aunque quisieran. No hay manera. Entonces, a la larga, de nada sirvió nuestra táctica porque seguramente lo van a volver a hacer.
6) Daño neuronal
El cerebro físicamente se deforma. Los estudios científicos se han dado a la tarea de ver cómo los rios neuronales se conectan de no u otra forma, afectando físicamente al cerebro. Cuando hay abuso, ya sea físico o psicológico, el cerebro se deforma.
7) Pero si con suerte algo se les grabó, (por ejemplo, “no debo robar porque me ponen una golpiza de aquellas”… si te fijas la lección no tiene relación directa con la acción…) vuelven a hacer lo que ya saben que no deben, y su meta no es hacer lo correcto sino que no los cachen. Se vuelven adultos tramposos y mentirosos.
8) Ellos, después van a golpear a nuestros nietecitos.
Por todas estas razones, los golpes, nalgadas, sapes, castigos, gritos, insultos, el tiempo fuera, amenazas y demás tretas deben quedar totalmente fuera de nuestras herramientas disciplinarias.
Cabe aclarar que a través de los escaneos cerebrales se sabe que un golpe es igual que un insulto. Los ríos, las conexiones neuronales que se desarrollan en niños físicamente maltratados son los mismos que cuando son insultados.
Nosotros no queremos que nuestros hijos nos obedezcan, sino que piensen -lo digo en todos mis Talleres y Conferencias. Queremos que hagan lo correcto por el puro hecho de hacer el bien.
Eso se logra cuando ellos pueden:
- seguir su brújula interna (el corazón nunca falla)
- conocer las consecuencias de sus acciones (es necesario que se tropiecen, piensen y solucionen)
- sentir empatía, (pues entienden el dolor de las demás personas)
- analizar, profundizar (con el Cerebro Superior)
Este nivel de comprensión, no se obtiene a base de generar más dolor (golpes, insultos, etc.), sino a través de la experiencia y la conversación. OJO, ¡no dije choro mareador! Conversar, es decir, conectando emocionalmente, haciendo preguntas, escuuuuuchar y después guiarlo en el razonamiento.
Algunos ejemplos:
“Esas personas comen de lo que venden, si tu robas su mercancía ¿con qué van a alimentar a su familia? ¿Qué sentirías si alguien roba tu dinero? ¿Qué puedes hacer para enmendar tu error?”
“Loli esta llorando, ¿te puedes imaginar lo que esta sintiendo? ¿Ya le viste sus ojitos? ¿Qué pasa cuando tú te sientes así? ¿Qué puedes hacer para ayudarla?”
“No estoy de acuerdo con lo que hiciste. Te has metido en un serio problema. ¿Cómo te metiste en esto, lo recuerdas? ¿Cuál es la enseñanza? ¿Cómo lo vas a solucionar? ¿Qué se te ocurre?”
Todo lo anterior aplica igual a niños Altamente Sensibles que "normales". Claro que los HSP aprenden mejor y más rápido con una corrección firme, gentil y amable.
No es fácil. Es a largo plazo. Hay que frenarnos y pensarle mucho. Definitivamente, las tácticas viejas no valen la pena, para nadie. Este esfuerzo extra monumental que vas a hacer, hará El Gran Cambio en la vida de tus hijos.
Photo by RDNE Stock project: https://www.pexels.com/photo/a-woman-in-distress-sitting-in-a-corner-6003572/
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