Cuando decimos “los niños buenos dicen ‘por favor’ y ‘gracias’…” ellos eso aprenden y lo hacen propio. “Soy niño bueno porque digo ‘por favor’ y ‘gracias’…”
Cuando decimos “eres un mal portado!”, “eres un tonto!”, “puros problemas contigo!”
Ellos eso aprenden y lo hacen propio. “Soy un tonto.” “Soy un mal portado.” “Solo ocasionó problemas.”
Los niños introyectan nuestras palabras y las hacen propias. ¿Cuál es el problema? Hay muchos, pero uno de ellos es que,
no les estamos dando el espacio para que ellos descubran quiénes son.
Otra consecuencia es que ellos no cuestionan nuestras palabras, sino que dudan de sí mismos.
Y como cereza del pastel, es la promesa que se cumple. “Si mamá me dice que no sirvo para nada, entonces… no sirvo para nada.” Y ya. Ahí se quedan atrapados sin salida.
El educar a los hijos tiene poco que ver con las formalidades externas y mucho que ver con la construcción de cimientos internos, igual que un edificio.
Claro que es bueno que digan ‘por favor’ y ‘gracias’ pero sin el condicionamiento del “eres un niño bueno solo si haces/dices/actúas como yo te digo…”
Si lo quieres alentar hay estrategias mucho más efectivas que el “eres un (adjetivo calificativo)”. Los insultos jamás han logrado que alguien se porte bien. Mejor, concéntrate en su esfuerzo, en su proceso, en sus avances. “Te costo mucho trabajo y no te rendiste!” “Te detuviste para pensar y decir palabras amables, gracias!”
Lo que queremos es que nuestros hijos sepan que son buenas personas por lo que son… desde adentro.
Queremos que se acepten a si mismos con toda su luz y toda su sombra. Que no dejen de creer en si mismos solo porque un día cometieron un error o no dijeron “gracias”. Queremos que sigan luchando porque saben desde adentro que si pueden, “…pues mamá me dijo que creía en mí.”
Es con tiempo que irán reconociendo su fuerza y su entereza desde adentro y no desde formalidades externas. Construye su psique desde otra realidad. Permite que lo que introyecten sea la resiliencia por si misma.
Photo by Sergey Makashin
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