
Muchas veces, cuando no sabemos cómo disciplinara nuestros hijos, utilizamos frases como:
“¡No seas cochina, mira nada más que cuarto tienes!”
“Ya estas bien gordis y ¿tienes hambre otra vez?”
“Esta bonito el vestido, lástima de la percha. Busca otro.”
“¡Ay yaaaa! No seas mariquín, párate y síguele en la bici, ¡ándale!”
Los llamamos tontos o menos feo: burris… que es exactamente lo mismo. O payasita, exagerada, loca, zonzo, o cualquier etiqueta que se nos venga a la cabeza en ese momento. O utilizamos ironías porque no queremos que se sienta el “muy-muy” entonces en lugar de decir, “¡Wow! ¡Qué padre te quedó el proyecto!”, decimos “…como eres tan tonto…!” O sea, es una especie de halago torcido que los niños no entienden, ya que no pueden hacer la conexión entre una ironía y sus sentimientos, entonces dudan y terminan pensando: “creo que me está diciendo que quedó bien, pero me dice que soy tonto… o sea ¿…entonces? ¿Esta bien o no? ¿Soy tonto o no?”
Lo que podría parecer como un comentario inocente o un chistín, a la larga, no lo es. Al contrario, es sumamente serio.
Este es el problema: no nos estamos dando cuenta que los primeros en bullear a los niños, somos nosotros. Es posible que en nuestra mente pensemos, “No, no es lo mismo.” Pero sí lo es. Les estamos enseñando a nuestros niños que el ser insultado, es normal y está bien. Crecen pensando que son tan imperfectos que nadie los va a querer y cuando se topan con una persona tóxica, (amigos, novios…) la aceptan.
Permíteme profundizar:
Cuando nosotros estamos educando a nuestros hijos, estamos programando neuronas. De la misma forma que se programa a una computadora. Y con esas estrategias disciplinarias estamos programando a nuestros hijos/hijas a aceptar malos tratos.
Si nosotros obligamos a nuestros hijos a obedecer a base de insultos, como estamos programando su cerebro a eso, en un futuro ellos solo cambiarán de jefe y obedecerán a sus amigotes o al novio de la misma manera: a base de abusos.
Educando a base de maltrato ya sea psicológico o físico, hemos arado la tierra para que nuestros hijos acepten abusos de cualquier nivel: físicos, verbales, psicológicos, y hasta sexuales. Y esto esta comprobado a nivel científico: en los escaneos del cerebro, los ríos neuronales son los mismos de un niño golpeado físicamente que de un niño golpeado verbalmente. Es decir, para un niño el maltrato físico y el verbal es exactamente lo mismo.
El cerebro no sabe la diferencia entre ataques psicológicos y golpes físicos, y por eso, cuando son adultos, los acepta. Por esa razón, cuando la niña se convierte en mujer, permite que el novio o esposo la golpee. Y curiosamente esas relaciones empiezan igual, con pequeñas faltas de respeto como “gorda”, “Mira nomás esa celulitis”, “¿Así vas a salir a la calle?”, “Nadie te va a querer más que yo”, y avanzan hacia temas mucho más serios. Y ella lo permite pues ha crecido en un ambiente tóxico creyendo que “sólo la gente que me ama, me trata así… mi novio claro que me ama.”
Por eso, aunque todos le insistan, no termina la relación. O cortan y vuelven mil veces. O corta a uno y andan con otro igual o peor.
Esto se presenta más seguido en niñas/mujeres por el machismo, sin embargo también hay hombres maltratados, por eso hablo en plural.
Si lo que deseamos es disciplinar a nuestros hijos y/o que aprendan a levantarse, hay maneras correctas y amorosas para hacerlo.
¿Qué podemos hacer para evitarle una vida de dolor a nuestros hijos?
- Sana tus heridas para que no repitas patrones. Tus dolores son tuyos, no te desquites con tus hijos. Ve a todas las terapias que crucen tu camino. ¡Es de vital importancia!
- Aprende formas efectivas y amables para disciplinar a tus hijos. Toma el curso de Disciplina Sin Lágrimas.
- Nunca etiquetes a tus hijos con Adjetivos Calificativos.
- Decir, “No seas una (x) “ no es lo mismo que “Por favor, no hagas (x)”
- Decir, “Eres un torpe” no es lo mismo que “Haz hecho algo torpe.”
- Habla con tus familiares (pareja, tíos, abuelos) pídeles que se abstengan de utilizar Adjetivos Calificativos con tus hijos. La típica carrilla mexicana, es una forma irrespetuosa de decir una verdad que no saben cómo decirla, entonces lo hacen a manera de chiste cruel, diles que, por favor, no. Que se dirijan siempre a los niños con Respeto e Integridad. Te van a decir, “¡Ay, es broma!” No. No es broma, es su incapacidad para pedir algo de manera directa y respetuosa. Y tampoco es chistoso. El niño no está entendiendo nada, lo único que detecta es el menosprecio.
- Valida:
- “Estoy viendo que te gustan mucho los dulces, pero eso no es bueno para tus dientes. Si necesitas azúcar, puedes tomar una fruta.”
- “No eres tonto. Estás aprendiendo matemáticas, y es difícil. Sigue ensayando hasta que te salga. Sí puedes, ¡claro que puedes! ¿Qué necesitas de mi? ¿Cómo puedo apoyarte?”
- Narra los hechos:
- En lugar de decir, “¡Baboso! ¡Te fuiste de narizotas”, mejor di “Te caíste de la bici, tomaste la curva muy cerrada y perdiste el balance.”
- Y toma sus fortalezas:
- “Hay muchos tipos diferentes de belleza, tu tienes un corazón enorme y te gusta ayudar a los demás.”
- “Hay otros niños más ágiles en el futbol, tú eres ágil en algebra. Y así esta bien. Se necesita todo tipo de personas en este mundo.”
- No los halagues, mejor aplaude sus esfuerzos:
- En lugar de decir, “Eres el más rápido del mundo”, mejor di, “corriste lo más rápido que podías”. Esto sí es realista. Esto da resilencia.
- Permite que se defienda contigo y que aprenda a decir “No gracias”.
- Desde ponerse (o no ponerse) el suéter. Desde comer (o no comer) otra mordida, que sepa que tiene el derecho a decir “No quiero”. Necesita ensayar contigo para que después lo pueda hacer con las demás personas (tíos y abuelos) para que después lo pueda hacer con los amigotes y el novio abusivo:
"A mi nadie me falta al respeto, así que toma tu anillo, no quiero nada contigo. ¡No gracias!”
- Fortalécelos:
- “No te dejes de nadie, ¡ni de mi!”
- “La gente, si quiere criticar lo hará porque eres alta, o porque no eres alta… Tú sabes quién eres, no hagas caso.”
- “Quiero que logres el éxito ¿qué necesitas? ¿En que te puedo ayudar para alcanzarlo?”
- Proponle y hagan soluciones: Desde empezar a hacer mermeladas caseras para dietas estrictas. Hasta clases de Química y/o Karate. Y, luego, planes para lanzarla/lanzarlo a estudiar al extranjero con la total confianza de que se sabe cuidar a sí misma/mismo.
- Habla con tus hijos: Explícale que su cuerpo es perfecto. Que su mente y su corazón son sabios. Que su intuición los guía. Fortalezcan los cimientos internos para hacerlos fuertes como robles.
Diles que si se caen, esta perfecto. Que aprendan de sus errores. Y que se vuelvan a levantar.
De ahí viene el aplomo y el temple.
No nos toca calificar a nuestros hijos, nos toca acompañarlos, fortalecerlos, guiarlos. Ser sus mentores.
Photo by Designecologist: https://www.pexels.com/photo/woman-in-black-long-sleeved-shirt-905947/
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