
A nosotros nos educaron a esconder nuestros sentimientos a como dé lugar, con frases como, “el que se enoja pierde”, “a los niños llorones no los quiero”, “no seas marica”, “te ves muy fea cuando lloras/te enojas/haces berrinchitos”, “no grites así”…
y un muy laaaargo etcétera.
Entonces los sentimientos, que en su momento eran necesarios y sanos, se vuelven como animalitos miedosos que se esconden y no salen de su cueva.
Esto, a la larga, trae un montón de consecuencias que no le ayudan a nadie, pues, las frases de nuestros papás se vuelven como la puerta y el candado de la jaula. Y la ansiedad es la energía que se filtra a través de la puerta, después de cierto tiempo.
Al principio no sabemos ni qué es ese sentimiento. Luego perdemos el sueño porque la mente nomás no se calla con 283,924,902 argumentos de todo y de nada. Podemos ignorarla un tiempo, tomar pastillas (ya sea para el sueño, la ansiedad, antidepresivos o incluso ilegales) o emborracharnos… pero a la larga, si no nos hacemos caso, se vuelve una bola de nieve que nadie detiene y nuestra salud -corporal y mental- se van afectando también.
Dicho con otras palabras, la ansiedad es lo que se sale a través del escudo (lo que nos decían nuestros papás) que protege y encierra al sentimiento. La ansiedad es como la luz del sol que se filtra por las cortinas. Las cortinas son el escudo. La luz son los sentimientos. Y literal, para ver la luz tenemos que abrir las cortinas y dejar entrar las esporas, el polvo, el ruido… y sí: la luz también. Para recibir la Sabiduría de la Ansiedad hay que dejarla entrar.
Pero ¿cómo?
Sheryl Paul, la autora del libro The Wisdom of Anxiety (La Sabiduría de la Ansiedad), dice que podemos hacernos una pregunta para abrir esa puerta y romper el ciclo repetitivo de pensamientos necios:
“Esta ansiedad ¿qué sentimiento esta evitando que yo sienta?”
Si lo que salen son sentimientos de “estoy mal”, “estoy loco”, recuerda que esto es lo que nos dijeron y esa es ¡la puerta que hay que abrir! ¿Cómo la abrimos? Con la Auto-Compasión (checa el post sobre este tema), un acompañamiento amoroso y paciente, para hacerlos a un lado y poder obtener al verdadero sentimiento escondido.
Una vez que la puerta se abra, ¡sean muy valientes! Porque va a ser abrumador. ¡Tanta cosa que va a salir! Y ¿qué debemos hacer? Lejos de checar el celular por enésima vez y evadirnos, es imperativo quedarnos ahí con la ola revolcadora de sentimientos. Observemos atentamente y quedémonos con toda la explosión de la caja de Pandora. Ya limpiaremos después, si es que es necesario. No importa, en realidad. Lo único que importa es ver qué hay atrás de la cortina y vivirlo tan intenso como venga. Si lloramos, mejor. El llanto es sumamente sanador. Si no entendemos nada, esta bien. Esto no es para que la mente racional lo entienda sino para que nuestro cuerpo lo sienta. Como venga. Como es. Sin juicios. Sin querer cambiar nada. Es… como la luz del sol y las esporas… Simplemente así es. Nada que cambiar.
No te puedo decir exactamente qué va a salir de la jaula, porque en cada persona es diferente. Y en cada momento de la vida puede salir algo distinto. En otras palabras, la ansiedad se siente igual, pero el sentimiento detrás puede ser uno diferente en cada situación, así que echemos el clavado cada vez. Es necesario entender a la ansiedad no como un estorbo, sino como un medio para la sanación. Es una bandera roja que indica, “Aquí hay algo que es importante mirar”.
Paul dice que la ansiedad es señal de Alta Sensibilidad. Y pues, sí tiene todo el sentido del mundo, ya que la cuarta característica del cerebro HSP es que somos altamente emotivos. Con tantas emociones y tantos tapones, pues andamos como bombas de tiempo. O constantemente con uno u otro achaque. Es decir que las emociones son como el agua y la humedad: de que salen, SALEN. Y salen en forma de ansiedad, que al principio solo es nerviosismo, después es energía estancada que enferma al cuerpo. Y la verdad, ustedes lo saben, se siente ¡súper feo! Especialmente a las 3 de la madrugada.
Según Paul, la ansiedad aumenta todavía más en las transiciones. Pueden ser cambios fuertes como una mudanza, un trabajo nuevo… o cambios no tan notables como madurar de los 8 a los 10 años. O, en el caso de un HSP, salir de casa para ir al cole. Especialmente si en la escuela no le va tan bien como quisiéramos.
La ansiedad, lejos de ignorarla o drogarla, es una luz. Una fuente de enseñanza, de superación, de liberación. Así que ¡seamos valientes mis queridos HSP! Es curioso cómo sentimos que podemos enfrentar al mundo entero, pero enfrentarnos a nosotros mismos cuesta más trabajo. Por difícil que parezca de momento, vale la pena. No es un monstruo. Somos nosotros mismos. Escuchemos.
Y con respecto a nuestros niños, pues recuerden lo que siempre digo: TODAS las emociones (las lindas y las no tan lindas; las socialmente aceptadas y las no) son bienvenidas. Como vengan. Lo que se corrige es la acción o reacción. “Esta bien si te enojas, al mismo tiempo, no puedo permitir que me pegues”. Esto con el objetivo de no empezar a crearles su propia caja de pandora.
Las emociones no son cómodas. Nuestras propias emociones no nos hacen daño. Al contrario, son sanas y necesarias. Nuestro trabajo es sentirlas, nada más. Son parte de la experiencia humana. Parte de nosotros mismos. Y ahí es donde esta la mayor enseñanza y riqueza.
Photo by Andrea Piacquadio: https://www.pexels.com/photo/collage-photo-of-woman-3812743/
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